Espía como puedas

Al parecer Lara Croft se ha cambiado el nombre y ahora se dedica a trabajar para la CIA, o al menos eso es lo único que he conseguido sacar en claro de la última producción protagonizada por Angelina Jolie, Salt. Una película que no posee mayores pretensiones que la de ser un mero entretenimiento pasajero y para que el protagonista de turno se luzca ante las cámaras.

Salt es una combinado entre las películas de James Bond y la trilogía de Bourne bajo un marco argumental que pretende reavivar la Guerra Fría y las “macroconspiraciones” para destruir a los Estado Unidos. Para diferenciarse un poco del resto de películas de espionaje, a los productores no se les ocurrió otra cosa que el protagonista fuera en este caso una mujer, y ofreciéndoselo a una famélica Angelina Jolie. Aunque, eso sí, todo ello después de que Tom Cruise rechazara el papel por verlo demasiado similar al que representó en Misión: Imposible como el agente Ethan Hunt, y con el que se consagró como icono del cine de acción.



De esta manera, Salt nos muestra como la inesperada declaración de un importante desertor ruso hace que se ponga en tela de juicio la verdadera identidad de la agente de la CIA, Evelyn Salt. Lo que provocará que sea señalada con una agente doble que pretende asesinar al presidente de Rusia en suelo americano con el fin de desencadenar un enorme conflicto diplomático entre las dos potencias.

Tras esta corta pero intensa introducción, nos metemos de lleno en una retahíla de saltos vertiginosos, acrobacias varias y persecuciones sin límite que se extienden durante la hora y media que dura el film. Toda su historia no es más que una excusa con la que unir las descabelladas escenas de acción que se suceden una tras otra en la pantalla. Y ni siquiera el juego de identidades falsas con el que pretende sorprender al espectador hace que su interés se eleve.

Con este panorama, todo el peso de la película cae en las esqueléticas manos de Angelina Jolie, con las que reparte estopa a diestro y siniestro, y de la que no se salva ni el regidor. En Salt, lo único que se salva de la quema son el endiablado ritmo y las bien rodadas escenas de acción, ya que en el resto de apartados naufraga estrepitosamente, incluyendo las interpretaciones de los actores principales. Y es que mientras Angelina pone “morritos”, sus compañeros de reparto Chiwetel Ejiofor y Liev Schreiber aprietan los dientes con la intención de parecer unos verdaderos tipos duros. Aunque, al mismo tiempo, hay que reconocer que a Jolie todavía se le da bastante bien eso de repartir patadas y hacer piruetas imposibles.

El responsable de este refrito de tiros y “corre que te pillo” es el australiano Phillip Noyce, director de cintas como El americano impasible o El coleccionista de huesos, y en la que ya trabajó con la novia de Brad Pitt. En este caso, Noyce realiza una más que digna dirección, dándole un trepidante ritmo al film que ayuda a que no te pares a pensar, demasiado, en el descalabro argumental.

De todas formas, supongo que no hay nada de malo en dejarse llevar por este torrente de adrenalina sin sentido, siempre y cuando sepas de antemano a lo que te expones y hayas dejado tus neuronas en casa. Una película rápida de ver y olvidar, o lo que es lo mismo, simple, concisa y llena de acción. Por cierto, ¿he comentado lo delgada que está Angelina Jolie?