Tres años después de su última película, Julio Medem vuelve a las pantallas con “Habitación en Roma”. El donostiarra es un tipo raro, la clase de director que puedes llegar a aborrecer o amar con locura. Sin embargo, nadie puede dudar de que se ha convertido en uno de la mayores referentes del cine español contemporáneo. Como en “Tierra” o “La ardilla roja”, “Habitación en Roma” narra una sencilla historia de amor en la que las mentiras y las verdades juegan un papel esencial en la película. También, y como es habitual en sus obras, la sexualidad está presente en todo el argumento.
En esta ocasión, se trata de un “remake” de la película chilena “En la cama”. Aunque el director vasco se toma algunas libertades narrativas respecto a la versión original. En la película de Matías Bizé es una pareja de heterosexuales quienes pasan una noche de pasión en un hotel. Mientras que Medem quiere ir más allá y elige para su particular “remake” a dos mujeres, una lesbiana y una heterosexual sorprendida ante la inesperada atracción que siente por otra mujer. Pero, ¿por qué elige a dos mujeres? Bueno, puede ser debido a que quiere transmitir la romántica idea de que el amor es ciego, además de plasmar la sensibilidad y la realidad social de nuestros tiempos. O puede que solamente sea un ardid publicitario con el fin de atraer a las masas al cine y recuperar la inversión que supuso el fracaso de su anterior obra, “Caótica Ana”.
De esta manera, Medem teje una historia tan simple como la vida misma. Dos personas que se conocen y deciden pasar la noche juntas. Para ello, el director las encierra en la habitación de un hotel en un ejercicio minimalista donde concentra toda la acción en unos pocos metros cuadrados y en tan solo un par de personajes. Pero, de nuevo me vuelve a asaltar otra duda: si Medem ha decidido prescindir de los exteriores, del paisaje y en general del resto del mundo, ¿por qué irse hasta Roma para realizar la película? ¿Por qué no hacerlo en un sitio más cercano? La verdad es que no lo sé, puede deberse al juego de palabras que produce el nombre de la capital italiana ya que si miramos al revés la palabra Roma leemos amor. Al mismo tiempo que en su versión en inglés se produce un pequeño juego en la pronunciación, “Room in Rome”. Aunque la elección de la ciudad también pudo verse debida a que “Habitación en Roma” suena más “cool” que “Habitación en Torrelodones”, por ejemplo. O puede que, simplemente, fuese porque a Medem le apetecía visitar la ciudad eterna. ¿Quién sabe?
Fuese por lo que fuese, Medem sabe llevar el film a su terreno , transformando el tema central en una reflexión sobre el amor verdadero y lo efímera que es la felicidad. Todo ello adornado con la cándida desnudez de sus dos protagonistas y varias escenas de sexo más o menos explícito. Pese a ser catalogada como una película “subidita” de tono, la “calentura” inicial se va enfriando poco a poco mientras pasan los minutos, además de que el espectador se acostumbra a la desnudez de las actrices.
Ocurre lo mismo con el argumento principal, pasada una hora de trayecto la trama va perdiendo intensidad regularmente hasta que termina. Medem trata de remediarlo introduciendo varios giros trágicos durante el film, pero ninguno de ellos es lo suficientemente fuerte como para volver a atraer la atención del espectador. Tampoco la banda sonora mejora el asunto, llegando incluso a ser repetitiva y fatigosa.
Lo mejor de la cinta es sin duda la calidad técnica que se aprecia. Uno no tarda en dejarse seducir por la cuidada fotografía y la delicadeza de los planos que se nos ofrecen. También hay que señalar el estupendo papel que desempeñan las dos protagonistas, mención especial para una seductora Elena Anaya, aunque sus interpretaciones se ven un tanto deslucidas por el relamido dialogo y el vaho melindroso que empaña el film. “Habitación en Roma” gustará al público más romántico y filosófico pero defraudará al resto de los mortales. Pese a ello, es un buen intento de Medem por reconducir su carrera cinematográfica, lástima que se quede tan solo en eso, en un intento.
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