En este film vemos como los recursos gráficos potencian los sentimientos variables y depresivos del protagonista. Un hombre soltero tiene una estética muy acorde con las fotografías que nos quedan de los años 60, la época representada en la cinta. Los débiles colores recuerdan...
esas primeras fotografías a color, que a día de hoy han perdido la intensidad.
Dicha intensidad de color es equivalente a la vida, alegría y tristeza del protagonista. Los momentos de dicha las tonalidades de los fotogramas son deliciosamente saturadas y llenas de vida. Sin embargo, en las ocasiones que el protagonista no tiene ganas de vivir, vemos en las imágenes como predomina el gris y apenas se intuye la gama cromática.
Un despilfarre de planos inusuales; primerísimos planos, de detalle, etc. En las composiciones de éstos, nos deleitamos con su gran sentido estético. Tal vez el tiempo dedicado a algunas secuencias podría acortarse para mejorar el ritmo de la cinta, algo lenta en su conjunto, pero que en cualquier caso vale la pena dedicarle los 99 minutos de metraje.
ABG
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