jueves, 4 de febrero de 2010

Un irlandés en un bar

Hace unas semanas comentaba con un buen amigo lo divertida que me parecía la serie en marcha de Ennis yRobertson, The Boys. Es un nuevo disparate lleno del sentido del humor y la tendencia a la provocación que caracterizan los mejores trabajos del guionista irlandés. Fue entonces cuando este compañero citó Hitman. Publicada en Estados Unidos en los noventa, tuvo una primera edición en España en 2001. En ese momento admito que el dibujo de McCrea me echó para atrás. Según parece su principal cualidad es que es colega de barra del guionista. Porque otras virtudes gráficas no se le conocen. Lo cierto es que abandoné la serie y la tenía catalogada entre los trabajos menores de Ennis.

Me equivocaba y quiero expresar públicamente mi error. El año pasado otra editorial la publicaba de forma integral en tres apañados tomitos. Se edita tanto material y mi recuerdo de ese trabajo era tan malo, que ni intenté acercarme a él. Pero afortunadamente todavía tengo amigos que me ayudan a mejorar. “Échale un vistazo, está muy bien”. Hice caso del consejo pero confieso mi escepticismo cuando adquirí el primer tomo. En cuanto lo terminé corrí a comprarme los otros dos. No es que haya cambiado de opinión respecto a McCrea. Como mucho, puedo decir que mejora algo a lo largo de la saga, sobre todo sus acabados. Pero es un dibujante muy limitado que a duras penas consigue darnos las actuaciones que siempre precisan los personajes creados por el guionista. Pero ¿qué quieren que les diga? ¡Me da igual! Hitman es Ennis en estado puro. Parte de una premisa trillada: un asesino de barrio, Tommy Monaghan, recibe poderes al ser atacado por un alien. Tommy es en el fondo un moralista, que mata únicamente a quienes considera que deben morir. Así que toda la saga se plantea como una larga reflexión moral. No sólo ese dudoso héroe se pregunta sobre la virtud de sus acciones, también tiene ocasión de discutirlo con sus sucesivas novias, que al principio lo abandonan al descubrir sus labores, y hasta con otros superhéroes, de Batman a Superman.

La aparición de otros personajes disfrazados propicia que la ironía de Ennis se dispare, sobre todo en el caso de Linterna Verde. Pero el tebeo es mucho más que una farsa de los cómics de supertipos, como algunos parecen suponer. Por un lado, es un sorprendente canto ala vida. En un bar lleno de asesinos, cuyos destinos son finalmente trágicos, se entrelazan historias de amistad y celebración, breves instantes de felicidad perfectamente descritos por el guionista. Esa misma vitalidad es la que le lleva a defender de manera muy atinada y divertida la navidad, amenazada por un Papá Noel mutante. Como se pregunta al final, ¿quién puede ser tan desgraciado como para querer arruinar una de las pocas épocas del año en que la gente se reúne para celebrar, beber y disfrutar de los momentos juntos? Esa misma esperanza late en el corazón de su espléndido episodio sobre Superman. El mayor héroe coincide con Hitman en un instante de duda, cuando siente que no está a la altura de las expectativas depositadas en él. Monaghan le contesta con un auténtico canto al espíritu de América. Una realidad dura, la que él conoce en el barrio y que Ennis plasma con fidelidad y crudeza, no puede apagar la belleza del sueño de igualdad y prosperidad.

Como viene siendo habitual, el guionista desmonta mitos conocidos, pero no los destruye sino que los renueva, como cuando incluye pasajes de esa vida militar que parece fascinarle. Por supuesto, Hitman es también otro tebeo más de muchachotes, de conversaciones en el bar, de amistades nunca traicionadas, de fidelidades selladas con sangre. También de espías, mafiosos, yakuzas, dinosaurios, mercenarios, asesinos, policías corruptos y muchas cosas más. Es una historieta buenísima que bajo ningún concepto deberían perderse.

Garth Ennis y John McCrea: Universo DC: Hitman Planeta DeAgostini, 512 páginas, 25 €

El Wendigo

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