sábado, 30 de octubre de 2010

Muerte entre las piedras

“El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Con esta simple frase Jesús de Nazaret calmó a una turba de manifestantes que querían apedrear a una mujer acusada de adulterio. O al menos eso es lo que nos cuenta San Juan en sus evangelios. Sin embargo, la que no tuvo tanta suerte fue Soraya Manutchehri, una iraní que en 1986 fue acusada de infidelidad y lapidada por ello. Un triste relato que recogió el periodista Freidoune Sahebjam y que, posteriormente, convirtió en un best seller llamado The Stoning of Soraya M..

Más de veinte años después de aquellos sucesos, el director de origen persa Cyrus Nowrasteh decidió adaptar la historia de Soraya a la gran pantalla con La verdad de Soraya M.. Un film que llega ahora a nuestras pantallas, pero que ya fue estrenado en 2008 en el Festival de Cine de Toronto, donde obtuvo el premio del público. Galardón que repitió en el Festival de Los Ángeles un año más tarde.

Siguiendo la línea argumental del libro, Nowrasteh nos adentra en un remoto pueblecito del Irán de los Ayatolás, donde la providencia hace que el reportero de guerra franco-iraní Freidoune Sabhejam vaya a parar por una desgraciada avería. Mientras espera a que su coche sea arreglado, una misteriosa mujer le relatará los hechos que ocurrieron unas horas antes en aquel lugar y que llevaron a la lapidación de su sobrina.

Por lo tanto, el film se muestra como un largo flashback, donde se narra la vida cotidiana de los lugareños, así como los motivos por los que se desencadena el drama. Filmada como una película de denuncia, La verdad de Soraya M. es realmente una cinta muy interesante por los hechos que narra pero que peca de grandilocuencia y sensacionalismo. Y es que en ocasiones parece confeccionada con el único de fin de horrorizar a los espectadores con la calvario que sufre la protagonista. De esta manera, según avanza la película, su trama se vuelve reiterativa y aunque no resulta ni larga ni aburrida, sus 116 minutos si que se presentan como excesivos para contar lo que a la postre parece una historia mucho más corta de la que se relata.

Por contra, el film cuenta con otras grandes virtudes como son la estupenda ambientación conseguida y la bella fotografía que, sin duda, traslada al público a lo más profundo del corazón de Irán. Todo ello acompañado de una banda sonora llena de ritmos árabes pero que pasa casi de puntillas por el largometraje.

En cuanto al reparto, todos los integrantes, a excepción de James Caviezel que da vida al propio Freidoune Sabhejam, son de origen iraní, aunque la película sea de producción estadounidense. Un elenco que realiza una magnifica labor, pero en el que habría que destacar la sorprendente, a la vez que brillante, interpretación que desarrolla la casi desconocida Mozhan Marnò como Soraya. Al igual que el trabajo de la nominada al Oscar por Casa de arena y niebla, Shohreh Aghdashloo en el papel de Zahra, y quien aporta un plus de calidad al film, aunque en algún momento se la vea un poco sobreactuada.

Tras un final que nos rememora a La pasión de Cristo, curioso que también Caviezel esté de por medio, el film nos recuerda que aún hoy en día un número incontable de mujeres todavía tienen que vivir sin derechos y soportar los tratos vejatorios que sufrió Soraya. Al mismo tiempo que muchas otras aún son condenadas a morir lapidadas en una práctica que todavía es ejercida en varios países del mundo.

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