jueves, 1 de abril de 2010

De Aldebarán a Betelgeuse

Simplemente: no sigan leyendo y cómprense estos tebeos. El año pasado salió el primer tomo que, idiota de mi, no compré en ese momento. Y ahora se acaba de publicar el segundo. Son obra de Leo, un autor brasileño afincado en Francia. Cada volumen agrupa cinco álbumes y, aunque me habría gustado un formato algo mayor, hay que reconocer que el precio es rompedor. Repito: cómprense estos tebeos.
¿Ya los tienen? Si se han agotado, resérvelos. No se los pueden perder. Hasta aquí la parte importante de este artículo. Cuando los lean comprenderán que lo que sigue es realmente fácil, tan evidente que resulta casi superfluo tener que escribirlo. 

Tanto Aldebarán como su continuación Betelgeuse son dos historietas grandísimas. Su creador, que firma tanto el guión como el dibujo, ha realizado un trabajo excepcional, lleno de matices, profundo y entretenido, inteligente y sexy, visual y filosófico, emocionante y aventurero. Es una obra maestra. Y no todos los días tenemos la inmensa fortuna de enfrentarnos a una.


Esta es una historia de ciencia-ficción, a la altura de Dune o Solaris con las que, por cierto, guarda no pocas similitudes. Es también un relato de iniciación. Los protagonistas empiezan como adolescentes y los vemos madurar poco a poco, se equivocan, sufren, se adaptan y cambian. Las aventuras sentimentales se entrecruzan con realismo, se aborda el sexo con naturalidad y las emociones se describen de forma verosímil. Es una poderosa fábula ecológica que nos devuelve la sensación de curiosidad y misterio que nos provocan ciertos escenarios naturales. 

La acción se desarrolla en dos ambientes casi opuestos, que están descritos con una imaginación, precisión y gusto por el detalle realmente extraordinarios. Animales exóticos y vegetación alienígena se funden con asentamientos terrestres hasta formar un entorno creíble y fascinante. Sólo hay dos tebeos que me hayan producido esa sensación de que algo muy ajeno podría ser posible: el Flash Gordon de Raymond y la adaptación de Perdidos en el espacio de Gold Key. El dibujo puede parecer convencional y ciertas expresiones un poco acartonadas. Pero todo eso se olvida cuando nos sumergimos en la lectura. El autor domina el color y la iluminación y su arte aparentemente convencional nos transporta a mundos lejanos sin olvidar la expresión precisa de los sentimientos y pasiones de sus héroes.

Es además una muy bien construida intriga política y social. Nos cuenta con crudeza algunas de las cosas que como sociedad estamos dispuestos a hacer para sobrevivir. Más: es un potente alegato feminista, con una protagonista que va creciendo ante nuestros ojos hasta convertirse en una mujer fascinante. No es la única en una historia llena de féminas poderosas.

Si en el primer ciclo el relato sigue a un nutrido grupo de protagonistas, en el segundo una chica carga con el peso de la acción y nos dejamos guiar por ella en un mundo misterioso y lleno de intrigas y amenazas, pero también de belleza y cambios. En la construcción de personajes se dan no pocos giros inesperados y creíbles. Por ejemplo, en el caso del secundario Teniente Hudson, que primero se nos presenta como un descerebrado tan fogoso como atolondrado y acaba ennoblecido y redimido con naturalidad. Todas las relaciones personales están tratadas con gusto y verosimilitud. 

Esto es un tebeo adulto como toca. Él sólo consigue que disculpemos al comic franco-belga de todas las tonterías que hemos tenido que tragar en los últimos años.
¡Bravo, maestro!

Betelgeuse
Leo
Planeta DeAgostini. Barcelona, 2009.
236 páginas. 20 euros

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