jueves, 11 de marzo de 2010

Vigilando al vigilante

El estreno de la adaptación cinematográfica de Watchmen ha propiciado la aparición no de uno sino de tres libros relacionados con el evento, a los que se suman otros estudios locales que intentan aprovechar la estela de este cometa de prolongado éxito. Considero un tanto desproporcionado dedicar dos libros al arte de la película, que sin duda podían haberse agrupado en el habitual volumen único. Pero no me voy a quejar del tomo que nos desvela algunos de los misterios gráficos de la serie original...


Muy al contrario, este libro en el que el dibujante Dave Gibbons nos ofrece su testimonio literario y en imágenes sobre el nacimiento de Watchmen es sugestivo, entretenido y más que recomendable. Para empezar porque uno de los cerebros tras su diseño es Chip Kidd, a quien ya admirábamos por trabajos anteriores y que siempre destaca por su estilo característico, su amor por el detalle y su limpieza y eficacia gráficas. Aquí no nos decepciona y, además, a su talento se suma el de Mike Essl, ni más ni menos director de diseño gráfico en la Cooper Union, entre otros impresionantes cargos.
La calidad de las reproducciones es excepcional. Pero más allá de su bonita apariencia, el volumen agrupa un sólido conjunto de bocetos que entusiasmarán a los completistas de la serie y facilitarán horas de serio entretenimiento a los estudiosos de la narrativa gráfica. Resulta apasionante comprobar cómo evolucionan los diseños de los personajes o cotejar los primeros esquemas de página con los resultados finales. O comprobar los esfuerzos del dibujante, en una era predigital, para calcular trayectorias de frascos voladores o para fijar la estructura de espacios u objetos que debían aparecer en diferentes posiciones. Especialmente llamativo es su esquema de situación del despanzurrado monstruo final.
Mención aparte para el sentido homenaje que Gibbons rinde a su compañero de fatigas en el color, John Higgins, el eterno tercer hombre a quien nunca se cita y que realiza una labor directamente extraordinaria. No sólo en la primera versión, también en su adaptación final a los nuevos medios digitales. Una gama de color expresiva y sorprendente que funcionaba mejor en papeles más porosos. Como el de la primera edición de Zinco. Así me lo dijo el propio Moore, la primera vez que tuve ocasión de hablar con él, a principios de los lejanos noventa en Londres.
Si documentalmente estamos ante una obra imprescindible, el texto no decepciona. Gibbons va desgranando sus recuerdos con la claridad y sencillez que le caracterizan. Subraya algunas de las paradojas de la serie. La principal, que consiguieron elaborar el tebeo de superhéroes más moderno hasta la fecha, con una técnica narrativa tradicional. La derivada de los rígidos esquemas de página que Kurtzman había empleado en muchas de sus historietas para la E.C., en los cincuenta. Una estricta retícula en la que cualquier cambio era significativo y en la que primaban el orden y la repetición, remarcando el carácter obsesivo de la historia.
Hay mucho más, desde los divertidos comentarios de los editores americanos hasta reproducciones de algunos de los sobrecargados guiones de Moore. Diseños para portadas y anuncios de diferentes productos derivados. Un libro imprescindible para cualquier aficionado. No se lo pierdan.

Watching the Watchmen Dave Gibbons.  
Norma editorial. Barcelona, 2009.

El Wendigo

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